Muchas personas notan por primera vez la demencia frontotemporal (FTD) por cambios sutiles pero inquietantes en la conducta o la personalidad, como apatía creciente, pérdida de empatía, chistes inapropiados o decisiones impulsivas que no encajan con su forma habitual de ser. Otras detectan problemas tempranos del lenguaje: dificultad para encontrar palabras, hablar menos o confundir significados; o nuevas dificultades para planificar, hacer varias cosas a la vez y tomar decisiones, que interfieren con el trabajo o la vida diaria. Como la memoria puede estar relativamente conservada al inicio, las familias suelen describir estos como los primeros signos de FTD en lugar del “olvido” clásico, y piden una consulta médica cuando los cambios persisten o empeoran.